

Carta de Alejandrina
a Deolinda
Le agradezco sinceramente al Prof. Ferreira que nos
proporcionara esta carta que traduzco para ustedes.
“Mi
querida y muy amada hermanita, estoy triste, muy triste, por no tener nada que
ofrecerte en este día de tu aniversario, pero, como Jesús se contenta con los
buenos deseos de nuestros corazones, yo estoy convencida de que tú, a su
semejanza, aceptas lo que yo te deseo como una rica prenda de mi buena voluntad.
No sé por qué razón sentí grandes deseos de
escribirte unas líneas, no es para decirte que te amo mucho, porque tú bien
sabes cuanto se aman y se han amado nuestros corazones. No es para felicitarte,
porque ya lo hice en la mañana, no es para decirte que comulgué, rezo y sufro
por ti en este día de tu aniversario, porque ya sabes que, desde hace muchos
años, siempre lo he hecho.
¿Cuál es entonces la razón de escribirte?
Jesús lo sabe, pero es, con certeza, para agradecerte tu cariño, tu cuidado, tu
amparo y compañía que me has dado en mi triste y doloroso calvario, cuánto
sufrimos las dos, cuántas lágrimas, cuantos suspiros sofocados, cuántas
tristezas encubiertas, sólo Jesús puede avalar tanto sufrir, sólo Él conoce
nuestros deseos de sufrir por Él y por las almas.
Y tú, hermanita querida, con cuanto amor has
rodeado mi lecho durante estos largos años de martirio ¡Dios mío!, has estado
prisionera conmigo, siendo mi compañera de todos los días, de toda mi vida de
sufrimiento.
Perdona mis impertinencias, perdona mis
faltas que he tenido contigo, fui tan mala tantas veces, tantas faltas de
impaciencia, te afligí tantas veces, ¡Oh Jesús, perdóname! ¡Oh hermanita mía,
perdóname!”.
No pongo en duda que mi deseo de escribirte,
es para dejar por escrito mi profunda gratitud, mi más sincero agradecimiento
por todo lo que has hecho en mi favor y lo vas a seguir haciendo hasta el fin de
mi vida, que siento no está lejos, porque el mal aumenta y, por esa razón, no
debo perder tiempo en cuanto Jesús me deja escribir, por el poder de la santa
obediencia, y sé que no será por mucho tiempo.
No te aflijas, porque yo, allá en el Cielo,
voy a ser muy tu amiga, he de pagarte como paga Jesús, ciento por uno. Puedes
tener la certeza de que te voy a asistir en todo, tengo la confianza de que
Jesús me va a dejar hacerlo, pues a Él le gusta tanto que seamos agradecidos con
los que nos hacen el bien y tú lo hiciste tanto, ¡cuánto bien le hacen a mi alma
estos recuerdos, lloro, sin querer llorar!
Lleva con mucha paciencia el amor a tu cruz
de cada día, para que mejor consueles y repares a Jesús y a la Madrecita, ¡Ay,
cuanto sufren sus Divinos Corazones, tengo pena de Ellos!
Sé muy amiga, como siempre lo has sido, de
nuestra madre, le debemos mucho, por la santa educación que nos dio, haz todo lo
que puedas por el padrino y las primas Laura y Maximina y no olvides a Joaquim.
Sé siempre grata y amable con todos los que nos son queridos y que les debemos
tanto y perdona a todos los enemigos.
Y ahora, por último, mucho valor, el Cielo,
por la gracia de Dios, es para nosotras, allá habremos de amar mucho, pero
mucho, a Jesús y a la Madrecita.
Muchos besitos de felicitaciones de tu pobre
hermana.
Alexandrina Maria da Costa


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