“Oh Jesús mío, quiero
que todos mis dolores, todas mis palpitaciones, toda mi respiración, todo el
instante de este día
– sean actos de amor
por tus Sagrarios.
Quiero que todos los
movimientos de mis pies, de mis manos, de los labios, de la lengua, de los ojos,
toda las lágrimas o sonrisas, toda la alegría o la tristeza, toda la
tribulación, toda la distracción, todas las contrariedades o los disgustos
– sean actos de amor
por tus Sagrarios.
“Quiero que todas las
palabras de las oraciones que recé y oiga rezar, toda las palabras que pronuncie
y oiga pronunciar, todo lo que lea y oiga leer, que escriba o vea escribir, que
cante y oiga cantar
– sean actos de amor
por tus Sagrarios.
Quiero que todos los
besos que de a tus imágenes y a las imágenes de tu y mía querida Madre, y de tus
santos y santas
– sean actos de amor
por tus Sagrarios.
“Oh Jesús, quiero que
toda las gotas de lluvia que vienen del Cielo hasta la tierra, que toda el agua
del mundo repartida en gotas, toda la arena del mar y todo aquello que el mar
encierra
– sean actos de amor
por tus Sagrarios.
“Te ofrezco las hojas
de los árboles y los frutos que contienen, las flores deshojadas pétalo a
pétalo, los granos de las simientes que existen en el mundo, todo aquello que
hay en los jardines, en los campos, en los valles, en los montes: todo te lo
quiero ofrecer
– como actos de amor
por tus Sagrarios.
“Oh Jesús, te ofrezco
el día y la noche, el calor y el frío, el viento, la nieve la luna y sus rayos,
el sol, las estrellas del firmamento, mi dormir y mi soñar
– como actos de amor
por tus Sagrarios.
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