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Ó Jesús, que Os complacéis en las
almas sencillas y humildes — tantas veces ignoradas, olvidadas y despreciadas
por los hombres! — dignaOs exaltar a Vuestra Sierva Alejandrina, que siempre
ardía en de seos de vivir escondida del mundo y ajena a sus grandezas y
alabanzas.
Bien lo sabéis, Señor Jesucristo, como nuestros tiempos se necesitan
las lecciones de la santidad, que es la realización plena de toda vocación
humana y cristiana y, por consiguiente, la elevación dela criatura al supremo
apogeo dela belleza moral. Revestid, pues, Jesús, a Vuestra Sierva de la aureola
inmortal de la gloria y escuchad la plegaria que por su Intermedio Os dirigimos.
Concedednos, especialmente, la gracia que deseamos... (nombrar la gracia que
se pretende alcanzar), si ha de servir para honra de Vuestro Nombre bendito,
glorificación del inmaculado Corazón de Maria y salivación de los pecadores, por
quienes admirable y totalmente se inmoló la piadosa Alejandrina. Amén.
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